Fitz-James Stuart y Silva, Carlos Miguel. Duque de Berwick (VII), duque de Alba (XIV). Madrid, 19.V.1794 – Sion (Suiza), 7.IX.1835. Coleccionista y mecenas.
Por línea paterna pertenecía a la nobleza inglesa de mejor alcurnia que se había trasladado a España —el primer duque de Berwick era hijo ilegítimo de Jacobo II de Inglaterra y de Arabella Churchill— y poseía uno de los títulos nobiliarios españoles más importantes, al ser heredero de la casa de los duques de Alba tras el fallecimiento de su tía en 1802 (María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII duquesa de Alba, famosa por haber sido pintada por Francisco de Goya).
Nacido después de la muerte de su padre, fue educado por la madre, María Teresa de Silva y Palafox, culta aristócrata del linaje de Híjar, quien le transmitió su amor por el arte y la literatura, la pasión por la música y el teatro, inclinaciones que Carlos Miguel, después de un breve período de formación en París entre 1812 y 1814, cultivó en Italia. Según una práctica consolidada entre la clase aristocrática europea emprendió el tradicional Grand Tour, documentado a través de su diario de viaje (conservado en el archivo del palacio de Liria, en Madrid).
Su aventura italiana comenzó en octubre de 1814 y finalizó en noviembre de 1821; sin embargo, fue interrumpida durante algunos períodos transcurridos en Austria (mayo-septiembre de 1815), Francia (noviembre de 1818 y septiembre de 1819) y España (1818-1819).
Vivió entre Florencia, Roma y Nápoles, pero al poseer un espíritu inquieto se trasladaba frecuentemente de un lugar a otro.
Visitó monumentos, museos públicos, galerías privadas y excavaciones arqueológicas (Roma, Pompeya, Herculano); tuvo intereses tanto artísticos (fue alumno del pintor holandés Abraham Teerlink) como musicales (llegó a ser amigo de Gioacchino Rossini), participando intensamente en la vida teatral italiana (tenía relación con Pietro Cartoni, empresario del teatro Valle de Roma); también frecuentó la sociedad anglosajona residente en Florencia (Maria Luisa Carolina Stölberg, condesa de Albany; lady Morgan, Sydney Owenson; lady Claire, Henriette-Ursule Barreau Taurel), y los ambientes diplomáticos romanos y napolitanos (conde de Blacas, conde Funchal).
En un apartamento del Palazzo Braschi de Roma, donde se había instalado a finales de 1816, organizaba veladas nocturnas junto a su madre, a las que invitaba a cardenales, prelados y artistas de diversas nacionalidades.
El viaje a Italia no fue sólo de naturaleza cultural, sino también de carácter profesional, vinculado a intereses estrechamente personales, como los de ocuparse del patrimonio que tenía en el reino de las Dos Sicilias, en particular el condado de Modica, del cual tomó posesión en 1816, y que pertenecía a su familia tras serle concedido por los primeros reyes españoles.
El 15 de febrero de 1817 se casó en Roma con la aristócrata siciliana Rosalia Ventimiglia y Moncada (hija de Luigi Ventimiglia e Seripepoli, conde de Prades, príncipe de Grammonte, y de Eleonora Moncada), de la que tuvo tres hijos (Jacobo, Enrique y Luis Fernando).
Además de su matrimonio, el resultado más significativo de su viaje a Italia fue la formación de su colección artística y el haber contribuido a una política de protección de las artes.
En 1815 conoció a Antonio Canova y adquirió reproducciones de algunas de sus obras (una Ebe, una Venus y una Diana en alabastro); entre 1815 y 1817 se relacionó con los dos mayores escultores españoles presentes en Roma: José Álvarez Cubero, a quien le encargó la ejecución de la estatua sedente de su querida madre, la marquesa de Ariza, inspirada en el modelo canoviano de Leticia Ramolino Bonaparte; asimismo, dos obras en memoria de sus antepasados, el Sepulcro de Bernardo Cabrera, XVII conde de Modica, y el modelo en yeso de la Estatua colosal del mariscal de Berwick; algunos bustos de personas queridas, como los de su madre, su mujer y del famoso músico Gioacchino Rossini, y un estatua de Venus con Cupido sacándole una espina del pie (Madrid, palacio de Liria), que fue completada por Antonio Solá. La actividad de éste con relación al duque continuó con la realización de dos de sus retratos, de una chimenea de mármol blanco adornado con bajorrelieves y cariátides, y de la célebre estatua de Meleagro (Madrid, palacio de Liria). Entre sus escultores favoritos se contaban Lorenzo Bartolini, que en 1819 ejecutó en Florencia el busto de la duquesa Rosalia Ventimiglia y las copias, a tamaño natural, de la Venus de Médicis y de la Venus arrodillada (Madrid, palacio de Liria).
Durante su permanencia en Italia actuó también como protector de los jóvenes españoles que deseaban progresar en el estudio de las artes, apoyó con la concesión de una pensión de Bellas Artes a los grabadores José Alcaide (autor de un grabado del busto de la duquesa de Alba, obra de Álvarez) y Manuel Esquivel Sotomayor. Al duque le atraían particularmente los grabados y formó una colección de aproximadamente seis mil estampas de las escuelas alemana, flamenca, francesa, italiana e inglesa.
La pintura de paisaje constituyó uno de sus mayores intereses y compró cuadros de maestros de los siglos xvii y xviii (Nicolas Poussin, Jacob Ruysdael, Willem Van de Velde II, Salvator Rosa, Gaspar Dughet, Canaletto, Philipp Hackert, un Paisaje con fortín atribuido a Rembrandt), así como de los pintores de paisaje de mayor fama por entonces (François-Marius Granet, Martin Verstappen, Pierre-Athanase Chauvin, Hendrik Voogd, Giambattista Bassi, Christoph Heinrich Kniep). Estableció un acuerdo artístico con el célebre paisajista alemán, Jacob Wilhelm Huber, quien lo acompañó a Sicilia en septiembre de 1816, y, según la costumbre de la época, se hizo retratar en Nápoles por el francés Louis Lemasle. Entre los artistas con los que trató también se hallaban los pintores Franz Catel y José de Madrazo.
Comisionó cuadros de tema histórico que rememoraban hazañas de personajes de su familia: a Jean- Auguste-Dominique Ingres, Felipe V imponiendo el Toisón de Oro al mariscal de Berwick; a Gaspare Landi, Maria Stuart embarcándose hacia Francia, y a Charles Thévenin, El desembarco de María Estuardo en Escocia.
Igualmente se sintió atraído por la pintura renacentista italiana (Fra Angelico, Perugino, Bellini).
Mucho menos intensa fue su actividad como anticuario, ya que apenas coleccionó sesenta vasos de la Magna Grecia, adquiridos en Campania y en Sicilia, y diez esculturas antiguas, entre las cuales se encuentran dos importantes originales griegos.
A modo de reconocimiento de su intensa actividad de mecenas en todos los ámbitos de las nobles artes, se le otorgaron los títulos de socio honorario de la Academia Pontificia Romana de Bellas Artes de San Luca (1817), junto a los de académico corresponsal de los Georgófilos de Florencia (1820), miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Anversa (1824) y académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1834).
A partir de 1821 empezó a trasladar a la capital de España, adonde había decidido regresar, las innumerables obras de arte adquiridas en el curso de sus viajes; sin embargo, las graves dificultades económicas que atravesaba provocaron que dejara en Italia y en Francia muchos de los objetos adquiridos, los cuales fueron vendidos para pagar a los acreedores. Entre las obras que sacrificó merece la pena mencionar la estatua de Narciso de Jean-Pierre Cortot (hoy en el Museo d’Angers) y la estatua de Ulises lanzando el disco de Louis M. L. Petitot, expuesta en el Salón de 1819 (hoy en el patio de la Fuente del castillo de Fontainebleau).
En 1822 se detuvo en Francia, donde poseía algunas propiedades, y sólo en marzo de 1823 llegó finalmente a Madrid.
Para hacer frente a las cada vez mayores dificultades económicas, en junio de 1823 tuvo que recurrir a la venta de nueve famosos tapices, tejidos en Bruselas, con escenas basadas en los Hechos de los Apóstoles (Tapicería de los hechos de los Apóstoles) sobre cartones de Rafael, que constituían unas de las piezas más prestigiosas que la familia poseía ya desde 1662, cuando se obtuvieron después del fallecimiento de Luis Méndez de Haro, marqués del Carpio, que a su vez las había adquirido en 1649, con ocasión de la subasta de la colección del rey Carlos I de Inglaterra.
La enorme pasión por el arte del duque de Berwick, que le había supuesto innumerables y costosas adquisiciones, se ha considerado la causa de su ruina financiera. En 1964, el célebre arqueólogo Antonio Blanco escribía: “Su afición a las Bellas Artes [...] puso su casa al borde de la ruina” (pág. 62), aunque más bien ésta vino determinada por los escasos beneficios de las rentas de sus tierras, por una administración incompetente y por los intereses bancarios que se vio incapaz de sostener.
La adquisición de obras de arte había supuesto una ocupación a tiempo completo, pero sus compras no constituyeron tan sólo meros recuerdos de viaje. Una carta, del 1 de septiembre de 1827, aclara las profundas motivaciones culturales que hicieron que su colección llegara a ser tan vasta: “En los diferentes viajes que ha hecho durante algunos años por Europa se propuso la adquisición de pinturas, grabados, esculturas y otros efectos de Bellas Artes, con el objeto de formar una Galería pública en esta Corte, para que los artistas españoles y aficionados que se hallasen dedicados al noble artículo de aquéllas pudiesen adelantar sus conocimientos a la vista de buenos modelos que imitar”. El propósito que guió la organización de los tesoros de arte del duque en el palacio de Liria le confiere un papel de intelectual ilustrado, al intentar situar a su nación en el contexto más amplio de la renovación cultural europea.
Desafortunadamente, su proyecto no fue llevado a cabo. De la “Galería Pública” que planeó quedan como únicos testimonios los dibujos que realizó el arquitecto Isidro González Velázquez (Madrid, palacio de Liria).
En 1835, el duque marchó de incógnito a Suiza, acompañado por su primogénito, Jacobo, con la intención de volver a Italia y reunirse con el resto de su familia, la cual había partido hacia Nápoles, pero consumido por una fiebre altísima, acompañada de convulsiones cerebrales, falleció el 7 de octubre en Sion, donde fue embalsamado. Allí permaneció el cuerpo durante algunos años, hasta que en octubre de 1840 se trasladó a Liria, con el fin de sepultarlo, siguiendo su voluntad, en la iglesia parroquial, al lado de su querida madre.
Obras de ~: Diario de los viajes por Europa del Duque D. Carlos Miguel - XIV de Alba. Notas de mis viajes por Italia, Alemania, & Año 1814 y siguientes hasta principio de 1818; Diario de los viajes del Duque D. Carlos Miguel por Francia, Italia, España &. Años 1818 al 23; Diario de mis viajes por Francia, Italia y Alemania, arreglado por las notas tomadas en aquella época. Madrid 1830; Notas varias de los viajes por Europa del Duque D. Carlos Miguel, XIV de Alba y VII de Berwick, incorporadas a la redacción definitiva del Diario en 1830, en Archivo de la Fundación Alba, cajas 345-1, 345-12, 345-10 y 345-1, respect.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico de Protocolos Notariales (Madrid), prot. 24296, año 1835, Testamentaria del duque Excmo. Señor D.n Carlos Miguel Fitz James Stuard & Duque de Berwick Liria y Alba. Giornal e Arcadico di Scienze, Lettere ed Arti, 1 (1819), pág. 452; E. Hübner, Die antiken Bildwerke in Madrid, Madrid, Reimer, 1862, págs. 245-248; A. M. de Barcia y Pavón, Catálogo de la colección de estampas y de vasos pintados perteneciente al Ex.° Sr. Duque de Berwick y de Alba, Madrid, M. Tello, 1890; Catálogo de la colección de pinturas del Excmo. Sr. Duque de Berwick y de Alba, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1911; P. Paris, “Au palais de Liria. Palais du Duc d’Albe à Madrid”, en Promenades archéologiques en Espagne, 2 (1921), págs. 255-276; J. Ezquerra del Bayo, Catálogo de las miniaturas y pequeños retratos pertenecientes al excmo. Sr. Duque de Berwick y de Alba, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1924; Duque de Berwick y de Alba, Discursos leídos ante la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recepción pública del Excmo. Sr. Duque de Berwick y de Alba, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1924; F. J. Sánchez Cantón, Guía de las colecciones artísticas de la Casa de Alba, Madrid, Artes Gráficas Diana, 1947; J. Paz Espeso, Árboles Genealógicos de las Casas de Berwick, Alba y agregadas, Madrid, Blass, 1948; A. Blanco Freijero, “Mármoles antiguos de la Casa Ducal de Alba”, en Archivo Español de Arqueología, 27, n.os 91-92 (1955), págs. 20-32; J. M. Pita Andrade, “El Palacio de Liria reconstruido. La colección de cuadros de la Casa de Alba”, en Goya, 12 (1956), págs. 369- 377; Colecciones artísticas de la Casa de Alba. Catálogo de Pinturas, ms., en el Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, 1960; A. Blanco Freijero, “Vasos suritálicos de la colección ducal de Alba”, en Zephyrus, 15 (1964), págs. 61-83; J. M. Calderón Ortega (ed.), El arte en las colecciones de la Casa de Alba, catálogo de exposición, Madrid, Fundación La Caixa, 1987; B. Cacciotti, “Viaggiatori spagnoli in Italia. I Diari di viaggio di don Carlos Miguel, VII Duca di Berwick e XIV di Alba,” en VV. AA., Actas del Congreso Turismo culturale in Italia fra tradizione e innovazione, Roma, 6-8 de noviembre de 2003, Roma, Società Geografica Italiana, 2005, págs. 119-140; “La collezione di antichità del duca d’Alba don Carlos Miguel Fitz James Stuart y Silva (1794-1835)”, en VV. AA., Actas del Congreso Arqueología, Coleccionismo y Antigüedad. España e Italia en el siglo xix, Sevilla, 18-20 de noviembre de 2004, Sevilla, Universidad, 2007, págs. 101-139.
Beatrice Cacciotti